龙的耳朵

Lóng de ěrduo

Oreja de Dragón

Una antigua leyenda china sobre la verdadera comunicación

En las verdes montañas de 云南 (Yunnan), donde la neblina abraza a los bambúes gigantes, existía una aldea que guardaba una antigua leyenda. Se decía que los dragones, seres celestiales de la cultura china, no habían desaparecido, sino que se habían retirado a las cumbres más inaccesibles, decepcionados por el ruido constante del mundo de los hombres: el clamor de las guerras, las discusiones sin sentido y las palabras huecas que eclipsaban la verdad del corazón.

Un día, un grupo de amigos salió a caminar por los senderos de té que serpenteaban las laderas. Entre ellos estaba 李伟 (Li Wei), un joven sordo cuya sonrisa era tan tranquila como un lago de montaña. Mientras los demás conversaban y reían en voz alta, 李伟 observaba el mundo con una intensidad distinta: sentía la vibración del suelo bajo sus pies, leía el movimiento de las hojas y comprendía el lenguaje silencioso de la naturaleza.

De pronto, un estruendo sacudió la tierra. Del cielo descendió una sombra colossal. Era un 龙 (Lóng), un dragón chino, con escamas de jade y esmeralda, bigotes como seda y ojos que brillaban como antiguos faroles de oro. Abrió su poderoso hocico y emitió un sonido que para los amigos fue aterrador: un rugido profundo y desconocido que parecía romper el mismo aire.

El terror se apoderó del grupo. Gritando, corrieron colina abajo sin mirar atrás, guiados solo por el instinto de supervivencia. Pero 李伟 no se movió. ¿Cómo iba a hacerlo? Él no había oído el miedo en el rugido. Lo que había visto fue algo completamente distinto: la majestuosa belleza del ser, la luz ambarina de sus ojos y, lo más importante, el movimiento de su cuerpo. El dragón no rugía de ira; su cuerpo se retorcía en el aire como si intentara formar una figura, una danza antigua y elegante.

El aterrizó suavemente frente a Li Wei, quien, lejos de sentir pánico, sintió una curiosidad inmensa. El Lóng inclinó su gran cabeza, observando con fascinación las manos del joven, que habían comenzado a moverse instintivamente.

李伟 alzó sus manos y, en el lenguaje silencioso que era su voz, comenzó a "hablar". Con sus dedos dibujó en el aire la figura del dragón, mostró la palma de su mano en señal de paz y luego se tocó el corazón, el gesto universal de honestidad y buena fe.

Para el dragón, aquello fue un milagro. Los humanos siempre llegaban con gritos. Sus voces eran agudas y cortantes, un ruido sin armonía que lastimaba sus oídos ultrasensibles, diseñados para escuchar el latir del mundo y la música de las esferas celestiales, no la cacofonía humana. Pero estas manos que danzaban... ¡eso era un lenguaje que podía entender! Era puro movimiento, intención pura, un arte visual que resonaba con su propia naturaleza serena y grácil.

El respondió. En lugar de otro rugido, movió su larga espina dorsal en una curva suave, imitando el gesto de paz de 李伟. Luego, con la punta de su cola, dibujó un círculo perfecto en la tierra húmeda, el símbolo del cielo y la unidad.

Li Wei sonrió, comprendiendo. Se había establecido una comunicación perfecta, sin una sola palabra pronunciada. El dragón se agachó entonces, invitando con un movimiento de cabeza. 李伟, con un corazón valiente, trepó a su lomo, agarrándose de las escamas que eran frescas y suaves al tacto.

Al verlo, los amigos que habían huido asomaron desde detrás de los árboles, boquiabiertos. Observaron cómo el , con su nuevo amigo, se elevaba hacia las nubes en un vuelo silencioso y elegante, una danza compartida entre dos seres que se habían encontrado más allá del sonido.

Desde ese día, la leyenda de la aldea cambió. Ya no se hablaba de dragones escondidos por decepción, sino de dragones que buscaban en el mundo humano a aquellos que supieran "escuchar con los ojos y hablar con las manos".

A las personas sordas, que poseían el don de la comunicación silenciosa y verdadera, se les comenzó a llamar con el mayor de los honores: 龙的耳朵 - Lóng de ěrduo (Oreja de Dragón).

No porque pudieran oír mejor, sino porque, al igual que los dragones, tenían la capacidad única de percibir la verdadera intención detrás de todo movimiento, de sentir la esencia de la comunicación que va más allá del ruido. Eran los únicos que podían traducir el lenguaje del corazón al lenguaje de las manos, y por ello, se convirtieron en los embajadores preferidos de los dragones, los puentes entre dos mundos que se creían distantes, pero que en el silencio encontraron su armonía.

Y se dice que si alguna vez ves un dragón surcando los cielos de China, no busques gritarle. En su lugar, quédate quieto, levanta tus manos y saluda con un lenguaje de paz. Quizás, él esté buscando a otra Oreja de .

Percibir al otro; "a él"

感知 对方,他。

Gǎnzhī duìfāng, tā.

Nota cultural:

El carácter chino para sordo es ; se pronuncia Lóng.

Se compone de:

• El carácter (dragón)

• El carácter (oreja)

Por tanto, "sordo" en chino significa literalmente "oreja de dragón".